Camino a la tecnocracia plutocrática: el fracaso de la educación pública

16 de cada 100 alumnos terminan la educación secundaria en tiempo y forma; desde 1983, se perdieron aproximadamente seis años de clases por huelgas docentes, y puedo seguir… ¿el futuro argentino es para unos pocos?



Gabriel Gorostiague Covino

jggorostiague@outlook.com

Desde siempre nos vendieron el relato de que la educación pública “incluía e igualaba oportunidades”, pero ¿es así? Vamos a los datos: el estudio realizado en el informe “¿Cómo son los 16? Trayectorias escolares desiguales en la Argentina”, del Observatorio de Argentinos por la Educación, con autoría de Mariano Narodowski (Universidad Torcuato Di Tella); Gabriela Catri y Martín Nistal (Observatorio de Argentinos por la Educación), reveló que 16 de cada 100 estudiantes del nivel medio finalizan sus estudios en tiempo y forma, y de esos 16, solo 3 pertenecen a las clases sociales más bajas. En otros términos: el 84% de los jóvenes no termina el secundario a tiempo y, si complementamos la información con los datos recopilados por el informe del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA) de la Universidad de Belgrano en el año 2021, solo el 36% de la población de 25 a 64 años de edad lo tiene completo. Preocupante.

Si seguimos escarbando en los datos provistos por la CEA, vemos que tres de cada diez argentinos tienen estudios terciarios o universitarios, siendo solo el 20% pertenecientes a estudios de grado, 14% terciarios y únicamente un 1% son de posgrado, respectivamente. Otro dato significativo es la problemática de las huelgas en el sistema educativo: según información compartida por el exministro de educación en el gobierno de Macri y diputado nacional por JxC, Alejandro Finocchiaro, reveló que desde 1983 hasta el presente se han perdido seis años de clases, impactando significativamente en los sectores más vulnerables, principales consumidores del sistema estatal. Ante estos números, se evidencia la verdadera grieta en la Argentina: la educación.

Todo esto nos conduce a un futuro bastante oscuro, ya sea en lo social, como en lo económico, además de lo político, claro está. Nos dirigimos a un sistema de gobierno tecnócrata-plutocrático, si es que aún no lo estamos. Pero vamos por partes. Primero debemos definir cada concepto, para luego teorizar sobre el desenlace. Tecnocracia es definida por Bing como “una forma de gobierno en el que los cargos públicos no son desempeñados por políticos, sino por especialistas en sectores productivos o de conocimiento”, que en otras palabras podemos simplificarlo diciendo que es el famoso y reconocido “gobierno de científicos”. ¿Esto es malo? En principio no, pero la cuestión subyace en ser un modelo compuesto, y aquí es donde entra la plutocracia. En este modelo de gobierno el poder está en manos de los más ricos o es muy influido por ellos, y si vemos la desigualdad de poder adquisitivo y clases sociales que hay en el país todo empieza a tomar forma.

Durante los gobiernos conformados bajo las ideas de la Constitución de Juan Bautista Alberdi la educación pública cumplió con el rol de alfabetizar a la población, generando una base donde todos estaban con las mismas condiciones de conocimiento, lo que permitió el desarrollo de un modelo meritocrático, similar al mundo anglosajón. Luego, con la llegada del personalismo a la política (Yrigoyen) y el marxismo conservador (Perón), el sistema educativo público fue perdiendo su rol integrador para terminar siendo un régimen militante estatal, ignorando los estándares de calidad e innovación. Lo que antes permitía que los sectores más vulnerables estén a la par de los aristócratas, ahora solo produce una avalancha de votantes del gobierno de turno sin ningún tipo de juicio crítico. El que puede, paga una escuela privada y elige que tipo de educación quiere para sus hijos, y el que no, se banca la propaganda estatista.

Por eso un modelo de gobierno tecnócrata-plutocrático no suena para nada utópico, ya que el Estado es comandado por empresarios amigos del poder, mientras sus empleados con título universitario ponen la cara. Y aquí, el que puede razonar de manera crítica y no es un simple participe del rebaño electoral emigra en búsqueda de oportunidades donde se valore sus capacidades. Y Argentina, termina siendo para unos pocos.

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