Italia es el país de los especuladores

Uno de los países más ricos del mundo, pero con pocas oportunidades. La hemorragia de jóvenes también está aquí.


Gabriel Gorostiague Covino
jggorostiague@outlook.com

En noviembre del año 2022 tomé la decisión de emigrar a Italia, un país donde existen bastantes semejanzas con la Argentina, en todo sentido. Recuerdo que la última vez que hubo un post fue en aquellos tiempos, en mis inicios. Gracias a eso, me puedo dar el lujo de conocer las dos caras de este país: la parte menos desarrollada (Sicilia) y una que posee un PBI comparable con el de España o Corea del Sur (Piemonte). En los dos casos, existe el mismo fenotipo: la especulación. 


Un italiano me dijo una vez “Italia es el país de los especuladores”, y no se equivocó. A costa de maximizar sus ganancias, siempre están en la búsqueda de ese inmigrante que les trabaje 12 horas diarias por unos pocos euros, muchas veces a cambio de un inverosímil contrato que les permita permanecer legales en el país. ¿Y dicen algo? Según ellos no hay lugar para reclamar, total yo “ya les doy el contrato”. Como si cumplir con la ley ya fuese una cuestión de privilegios.


Esta lógica de explotación no se limita a los inmigrantes; los jóvenes italianos, atrapados en un sistema que les niega un futuro digno, enfrentan una realidad desoladora. Muchos, especialmente del sur, migran al norte con la esperanza de encontrar mejores oportunidades, pero el sueño se desvanece rápidamente. Según un post de @Presa_Diretta citando a SVIMEZ, en los últimos 20 años el sur de Italia ha perdido más de 1 millón de habitantes, de los cuales 900.000 eran menores de 35 años, muchos en el rango de 18 a 34 años. Se trasladan a regiones como Lombardía, Véneto, Emilia-Romaña y Roma, pero en el norte encuentran empleos precarios en sectores como gastronomía, turismo y comercio, con salarios de 35 a 50 euros por jornadas de 6-8 horas y escasas posibilidades de crecimiento económico o social. 


Desilusionados por esta precariedad, muchos jóvenes optan por abandonar Italia por completo. Según el Rapporto Italiani nel Mondo 2024 de la Fundación Migrantes y datos de ISTAT, entre 2011 y 2023, aproximadamente 550.000 jóvenes de 18 a 34 años emigraron al extranjero, con un saldo neto de 377.000. En 2022, 36.080 jóvenes (44% de los emigrantes totales) dejaron el país, a un ritmo anual de 0,4-0,5% (4-5 por cada 1.000 de los 10,2 millones en este grupo etario), aunque podría alcanzar el 1,2-1,5% si se consideran datos no oficiales. Esta diáspora juvenil, impulsada por una crisis social y la falta de perspectivas de crecimiento, conecta con la experiencia de los jóvenes en Argentina, donde la precariedad también los empuja a buscar un futuro fuera de sus fronteras. En Italia, ya sea en el norte o en el extranjero, los jóvenes se enfrentan a un sistema que los explota, no muy distinto al que oprime a los inmigrantes en manos de los “especuladores”.


Y así, Italia se desangra, perdiendo a sus jóvenes mientras los “especuladores” engordan sus bolsillos. Inmigrantes y locales, del sur o del norte, todos son piezas en un juego donde el progreso es una quimera. Si no cambiamos este sistema que premia la explotación y ahoga las aspiraciones, seguiremos viendo a generaciones enteras cruzar fronteras, internas o externas, solo para toparse con el mismo muro de precariedad. La pregunta no es cuántos más se irán, sino cuánto tiempo seguiremos aceptando que Italia sea el país de los especuladores.


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